Algunas sociedades industriales, fundaciones o empresas, han querido a menudo situar en sus locales obras representativas de artistas de renombre. También, aunque menos a menudo, han obtenido del artista una obra en la que él, empleándose al máximo, haya conseguido poner de relieve la vocación y la personalidad de la sociedad comanditaria: esta es una manera de proceder que nos recuerda al papel de los mecenas del Renacimiento. Para plantearse una realización de este tipo, es necesario encontrar a un artista capaz de integrar su arte en un ambiente pre-existente, e imponerlo más allá de toda limitación. Desde el primer momento Castro fue a lo esencial y propuso como tema para este encargo la palabra ATOCHEM y los símbolos utilizados por la nomenclatura química. Las tres pinturas murales de Castro, especialmente el políptico, presentan una relación formal sorprendente con los Apocalipsis españoles del año mil.
El conjunto del políptico puede interpretarse como una imagen triple: la potencia material de los elementos (díptico horizontal), la reserva que se debe observar en contraste con esta potencia, así como la búsqueda indispensable para dominarla (la rueda grande): la irradiación beneficiosa que la ciencia puede obtener de la materia a través de su transformación y su recreación (coronas superpuestas). Cada una de las siete composiciones circulares que forman el políptico tiene una presencia y una dinámica particular. Sus irradiaciones combinadas se pueden percibir tanto en referencia al espacio infinitesimal de los átomos, como al espacio en el cual se despliegan las constelaciones.
Se trata de un díptico en homenaje a la nomenclatura química: a la izquierda, Abecedario, a la derecha Cifras. En conjunto mide 1m 72 de alto por 4m90 de largo. Castro eligió llamarlo « Abecedario » y no « alfabeto» porque un abecedario es un libro que sirve de aprendizaje a la lectura. La palabra « lectura » puede tener un doble sentido: la lectura literaria y la « lectura » plástica. Sin embargo, el alfabeto es la lista de todas las letras que sirve para transcribir los sonidos de una lengua, una lista que se dispone siguiendo un orden fijo.
Abecedario está compuesto en dos registros horizontales. En el registro superior están escritas las cinco vocales del alfabeto latino; en el registro inferior, a una escala menor, las veintiuna consonantes. Esta disposición hace visible la relación entre las consonantes y las vocales. El ritmo de formas y colores nos lleva a tener la impresión de que hay una especie de vuelo de las consonantes hacia las vocales. Las consonantes que se corresponden con las vocales se sitúan bajo éstas. El artista declara querer mostrar en esta obra cómo « las vocales hacen salir de su mutismo a las consonantes» Tres pares de colores juegan en la composición: negro y blanco, rojo y azul, amarillo y verde. Cada color está elaborado sobre la base de otro color, de modo que en total hay doce colores.
Cifras está también ordenado en dos registros: en el superior el cero y las cuatro cifras pares; en el inferior las cinco cifras impares; la escala de las cifras es idéntica en los dos registros. Esta disposición hace visible la función del cero – sifr en árabe, de donde sale la palabra cifra – que es la gran « invención » de las cifras árabes; así como la posición privilegiada de la cifra 5, asimilada al símbolo del hombre. Cuatro pares de colores se ponen en juego en esta composición: dos negros, dos blancos, dos grises, dos azules. Estos ocho colores están pintados a su vez sobre ocho bases diferentes, de modo que estaríamos hablando de dieciséis colores en total.